Número 3 - Julio 1998
TEMAS DE CHILE

UN ALTO EN EL MAR EN HONOR A SAN PEDRO


 

Año a año la Ciudad de Valparaíso, y en particular la gente de mar, rinde tributo a San Pedro, patrono de los pescadores, en una ceremonia impregnada de religiosidad, fe, alegría y colorido. Es la oportunidad en que los trabajadores de las redes agradecen y comparten con San Pedro el paso de un año más. 

Semanas antes ya se siente la atmósfera festiva, las calles llenas de guirnaldas avisan que las celebraciones se acercan. El día 29 de Junio culmina el esforzado trabajo de los pescadores de la Caleta El Membrillo de Valparaíso, que muestran todo lo que han planificado durante meses. Son cerca de 700 personas las que conforman el sindicato de pescadores de la Caleta, entre las que se cuentan malabaristas, pescadores, tiradores, encarnadores, etc. Durante un año completo de trabajo y aportes económicos, ellos se preparan para darle vida a su celebración. 

Se calcula que entre 400 y 500 personas vienen desde distintos lugares de Chile y se integran a los porteños locales, por lo que se hace necesaria la colaboración de diferentes entidades para asegurar el éxito de la fiesta. Según dice el coordinador general del evento, Sr. Tomás Figueroa, sería imposible que el Sindicato de pescadores de Caleta El Membrillo hiciera todo sin la ayuda de las autoridades. Así, la Municipalidad aporta la propaganda, ornamentación y amplificación de sonido en la caleta. Carabineros, por otro lado, con sus vehículos motorizados, ayuda en la regulación del tránsito durante la procesión, además de resguardar la seguridad de quienes participan de la fiesta. Empresas privadas colaboran con la iluminación durante todo el mes de Junio, atrayendo con esto a turistas y visitantes. 

En realidad, se celebra a San Pedro durante todo el mes, y aunque otras caletas independientes celebran un día antes el tributo a San Pedro, se ha instituido el día 29 de Junio como la fecha en que se realiza en la caleta El Membrillo, la más conocida entre las que presentan este evento. Sus organizadores han querido que esta fiesta sea algo propio de ellos, algo tradicional de Valparaíso. Dice don Tomás, un pescador de 55 años de vida y de más de 40 en el mar, que son 110 años de tradición que no se pueden abandonar, es un compromiso que ellos asumen con San Pedro y su gente. Se dice que los pescadores tienen dos creencias y siempre se encomiendan a ellas: Dios ("el caballero más grande") y San Pedro. Cuentan los pescadores que si algo inesperado pasa en la mar de inmediato piensan "¡Dios mío!" y "detrasito": "¡¡¡San Pedro!!!" 

Todo comienza las 10 de la mañana, cuando la familia pescadora se reúne en la misa solemne que se realiza en en la Capilla de San Pedro. Al terminar el oficio, la figura de yeso policromado del santo aparece majestuosamente para recorrer, como navegando, su Valparaíso que tanta fe le tiene, llevado en andas por 20 hombres vestidos de uniforme, cada uno con la responsabilidad y el honor de acompañarlo durante todo su recorrido. 

El nerviosismo de los niños, el sonido de los tambores y las trompetas, y las fotografías que toman los turistas, anuncian que la fiesta ha empezado. Mientras la banda de la Armada de Chile hace retumbar sus instrumentos y los grupos de baile animan la escena, San Pedro abandona la capilla. Previamente lo hizo la figura de la Virgen, toda adornada de hermosos copihues y claveles, llevada por 12 mujeres especialmente preparadas para la ocasión. Afuera también espera "San Pedro chico", que corresponde a la misma imagen de Pedro pero de un tamaño mucho menor, el cual es llevado por dos niños durante el trayecto.

Las banderas, los estandartes, los participantes de la fiesta y los innumerables curiosos decoran el lugar, embelleciendo las callejuelas del cerro que se han convertido en un gran paisaje multicolor...

Antes de bajar desde el cerro hasta la caleta, San Pedro se detiene en un pequeño mirador, desde donde, ayudado por la perfecta coordinación de quienes lo trasladan, se inclina tres veces y envía su saludo hacia el mar.

Al avanzar la procesión, se va sumando gente, que sale al encuentro del santo y lo saluda con la señal de la cruz. Lo esperan en las puertas de sus casas, miran desde los balcones, se unen a la caminata... el sonido de los 3 tambores, 3 trompetas y 12 cajas hace mas grata la fiesta y contagia de alegría el andar. 

Es ya mediodía cuando se llega a Caleta El Membrillo. San Pedro y sus fieles descansan mientras los coloridos bailes entretienen a los demás. Es la hora propicia para almorzar en la misma caleta un exquisito pescado en los típicos restaurantes a orillas del mar, o en pequeños puestos habilitados al aire libre especialmente para la ocasión... hasta los gatos callejeros agradecen a San Pedro la oportunidad de darse un banquete con los restos que logran conseguir.

Dos horas más tarde recomienza la procesión, esta vez hacia el Muelle Prat, donde San Pedro es recibido nuevamente por fieles y turistas. La avalancha de gente que lo espera hace camino para que San Pedro llegue a las lanchas albacoreras, mientras afloran los aplausos. Con increíble habilidad el Santo, de más de 250 kilogramos, es subido a la embarcación que lo aleja de nuestra vista, e inicia la procesión por mar.

Cuentan con emoción y orgullo los encargados de la organización, que se partió con un pequeño bote y con el correr de los años, al ir creciendo la fiesta, fue transportado en embarcaciones cada vez más grandes. Mientras tanto, en el puerto, los "bailes chinos" o "diabladas" , que este año son expuestos por 10 grupos, entretienen a los visitantes. Con imponentes y coloridos trajes, los bailarines saltan y bailan entre la gente, una marea humana que a éstas alturas debe bordear las 4000 personas. 

Ya son las 6 de la tarde cuando el patrono de los pescadores vuelve después de visitar las distintas caletas de la bahía de Valparaíso, escoltado por decenas de embarcaciones menores que junto a cantos y bocinazos han anunciado su peregrinaje. Desde las alturas de los miradores esto puede presenciarse como un hermoso cuadro; el retorno de San Pedro coincide con la puesta de sol. 

Finalmente, luego de la llegada de las andas a la caleta el membrillo, espera una locución del Obispo de Valparaíso, una cena en honor a las autoridades e invitados, ofrecida por el Sindicato de Pescadores de Caleta El Membrillo, y por último una fiesta (organizada por el club deportivo de la misma caleta), para cerrar como corresponde ésta tradicional jornada dedicada a San Pedro.

Así termina el largo día de ceremonias, celebración y alegría. Todos esperan un año mejor, y lentamente la caleta vuelve al ritmo cotidiano y al trabajo de las sacrificadas madrugadas de Valparaíso. 
 


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